Denominación frecuente en la Bioética estadounidense para las éticas de corte kantiano, que propugnan que la buena conducta consiste en adecuar el comportamiento a reglas absolutas, desconectadas, en mayor o menor medida, de las acciones concretas y sus consecuencias (ver ética teleologista). Aunque este método de análisis es válido, hasta cierto punto, no puede desconectarse de los actos de la persona que actúa (ver intención, decisión), ni del análisis de las consecuencias (ver efectos tolerados) si quiere llegar a resultados realistas. Normalmente, los códigos de ética y deontología médica son descalificados sumariamente, considerándolos como una ética deontologista, cuyos principios se basan en la tradición médica, pero los cuales no pueden ser demostrados racionalmente.