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DICCIONARIO MEDICO: seminal: todo

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Termino / Definicion
Glicoproteína de 35.000 daltons, descrita en 1981 por Walg como un antígeno asociado exclusivamente al tejido prostático. Ha sido localizado en el citoplasma de las células acinares, en el epitelio ductal y en el líquido seminal. Es una potente enzima proteolítica, y, aunque podría estar implicada en la licuefacción del coágulo seminal, su exacta función es desconocida. En los varones sanos, el 85% de PSA sérico está ligado a proteínas (alfa-antiquimotripsina, sobre todo, y &alpha-2-macroglobulina) y el 16% está libre. Las cifras normales en el plasma del varón son inferiores a 4 ng/ml. En la actualidad, la determinación sérica de PSA es una prueba extraordinariamente útil en el diagnóstico del cáncer de próstata y el método más preciso de seguimiento y valoración de su tratamiento: los pacientes con PSA entre 4 y 10 ng/ml tienen un riesgo de padecer cáncer de próstata del 20%; en cifras superiores a 10 ng/ml, asciende al 60%. Las cifras de PSA determinan la indicación de biopsia de próstata: entre 4 y 10 ng/ml, la biopsia es electiva; por encima de 10 ng/ml, obligada. Con el objeto de mejorar la capacidad diagnóstica del PSA, se utiliza la proporción de PSA libre. Los pacientes con cáncer de próstata tienen una proporción de PSA libre significativamente menor que los que padecen hiperplasia prostática benigna. Si la proporción es inferior al 15%, el riesgo de padecer cáncer de próstata aumenta. Los pacientes con PSA entre 4 y 10 ng/ml y un PSA libre menor del 15% deben ser sometidos a biopsia de próstata. La eficacia de la prostatectomía radical se evalúa mediante la determinación de PSA sérico en los pacientes intervenidos. Debe descender a cifras indetectables, ya que si supera los 0,5 ng/ml se considera que existe progresión bioquímica, que precede de 5 a 70 meses a la progresión clínica. El PSA sérico es el método de evaluación de la eficacia de los pacientes tratados con radioterapia radical, y debe mantenerse en límites inferiores a 1,5 ng/ml. Cuando el tratamiento fracasa, la elevación del PSA es progresiva.
Procedimiento muy empleado en criminalística para la reconstrucción de los hechos en el lugar del crimen y para la identificación del delincuente. Tienen especial interés las manchas de líquido seminal y las de sangre. Para las primeras se emplea fundamentalmente la determinación de la fosfatasa ácida prostática, y para las segundas, la de las peroxidadas. En ambos casos, al diagnóstico de certeza se llega demostrando la presencia de espermios o de células sanguíneas con el empleo del microscopio de luz o con el electrónico. 1) Técnicas de orientación propuestas para la investigación de las manchas de esperma, actualmente en desuso: la prueba de Florence, basada en la reacción con una solución yodo yodurada, que da origen a placas de color pardo en caso positivo; la prueba de Barberio, que consiste en la formación de un precipitado de cristales aciculares amarillos y muy refringentes al reaccionar con el ácido pícrico; y la prueba de Lecha-Marzo, que consiste en la formación de cristales hexagonales amarillos o amarilloverdosos con ácido fosfomolíbdico. 2) Para las manchas de sangre, basadas en la presencia de peroxidasas, se han usado las siguientes técnicas: la prueba de Adler (color verde o azul, con bencidina y ácido acético glacial), la de Van Deen (con tintura de guayaco y agua oxigenada, color azul), la de Thevenon y Roland (con piramidón, color violeta), la de Kastle y Meyer (con fenolftaleína, color rojo), la de Kohn-O'Kelly (con ortotoluidina, color verde azulado), la de Medinger (con verde de malaquita, forma leuco, recuperación del color verde) y la técnica de Teichmann, que se considera prueba de certeza y consiste en la formación de cristales romboidales de hemina al calentar la muestra sospechosa con ácido acético glacial. 3) El diagnóstico de la especie a la que pertenece la sangre se estudia mediante una reacción antígeno-anticuerpo, enfrentando la muestra sospechosa a un anticuerpo específico (Uhlenhutt).
Tumor que afecta al urotelio y tiene mayor incidencia en el hombre que en la mujer (9 y 4% de los tumores, respectivamente). En algunos casos, puede ser consecuencia de la exposición a la naftilamina y a otras aminas aromáticas, así como al tratamiento con ciclofosfamida, y los fumadores presentan un riesgo mayor que los no fumadores. Solo en un 1-3%, se trata de un cáncer escamoso, y entonces va asociado típicamente a la esquistosomiasis, siendo excepcional el adenocarcinoma (1%). En cuanto al diagnóstico, la hematuria es el signo princeps, ya que aparece en el 85% de los casos; después se realiza una cistoscopia. Aunque histológicamente se trata de tumores de la misma naturaleza, desde el punto de vista diagnóstico y terapéutico, se dividen en dos grupos: superficiales y profundos. Los primeros afectan a la mucosa vesical y los segundos a la muscular de la vejiga. Los superficiales se tratan mediante resección transuretral endoscópica y, ocasionalmente, se añade quimioterapia endocavitaria con quimioterápicos (tiotepa, adriamicina, mitomicina C) o BCG. El tratamiento complementario tiene por objeto disminuir las recidivas y la progresión. Los tumores superficiales deben ser minuciosamente seguidos mediante controles endoscópicos, por su tendencia a la recidiva (en el 40-70% de los pacientes así sucede) y a la progresión (en el 20-40% de los casos progresan a profundos). El tratamiento estándar de los profundos es la cistectomía radical (extirpación de la vejiga, la próstata y las vesículas seminales), asociado a tratamiento con quimio o radioterapia, con el objeto de mejorar el control local, facilitar la cirugía y mejorar la supervivencia global. Los profundos tienen una supervivencia con tratamiento del 50% en cinco años.
Extirpación quirúrgica abierta de la vejiga, la próstata y las vesículas seminales. Es la primera indicación cuando se detectan tumores profundos de la vejiga, y excepcionalmente se ha utilizado en pacientes con cistitis intersticial intratable. No tiene otras indicaciones.
Estructura embrionaria en la que se transforma el mesonefros, identificable a partir de la cuarta semana de desarrollo, con forma de tubo, y del que se deriva el uréter, la pelvis, los cálices, los conductos colectores, el deferente y las vesículas seminales.
Continuación del epidídimo hasta la unión de la vesícula seminal con el conducto eyaculador.
El que se extiende desde el punto donde confluyen el conducto deferente y el conducto excretor de la vesícula seminal hasta su apertura en el colículo seminal de la uretra prostática.
Prueba que consiste en el análisis del contenido seminal. Se realiza, en la mayor parte de los casos, para dilucidar posibles alteraciones de la fertilidad. Es el primer examen en la evaluación de un varón infértil, aunque no es un test definitivo de fertilidad. Su validez depende de cómo se haya recogido la muestra, cómo se haya analizado y los valores que se hayan establecido como normales. Los estudios clínicos sobre varones infértiles han determinado los límites por debajo de los cuales las posibilidades de embarazo son estadísticamente difíciles. Estas condiciones incluyen: volumen de eyaculado (1-5 mL), densidad espermática (> 20 mill/mL), motilidad (> 60%), progresión del movimiento (> 2, escala 0-4), morfología (> 60% espermios con morfología normal). No debe existir ni una aglutinación significativa, ni piospermia, ni hiperviscosidad o incompleta licuefacción. El examen debe realizarse al menos sobre dos muestras.
Órgano sexual. Los órganos genitales femeninos están constituidos por los ovarios, trompas de Falopio, útero, vagina y vulva. Los órganos genitales masculinos están formados por los testículos, epidídimos, conductos deferentes y eyaculadores, así como las vesículas seminales, la próstata y la uretra. Los genitales masculinos externos están formados por el escroto que contiene el testículo y el pene.
Presencia de sangre en el líquido seminal. Es de causa inespecífica, más frecuente en mayores de 45 años, de carácter benigno, aunque, a veces, puede ser consecuencia de un tumor de vesículas seminales. El tratamiento, con antiinflamatorios, antibióticos o descongestionantes prostáticos, es generalmente ineficaz.
El formado por los líquidos segregados por la glándula seminal, la próstata y las glándulas de Cowper, junto con los espermatozoides.
Intervención quirúrgica que consiste en la extirpación de la próstata en su totalidad y las vesículas seminales. Está indicada exclusivamente en el adenocarcinoma de próstata clínicamente localizado. La vía de abordaje habitual es suprapúbica. La vía perineal se utiliza poco, porque no permite la realización de linfadenectomía regional. En pacientes con carcinoma de próstata localizado (T1-T2) procura una supervivencia libre de progresión bioquímica, que oscila entre el 69 y 87% en cinco años y 47-77% en diez años. Tiene como efectos secundarios más importantes la impotencia, que en la cirugía tradicional alcanza el 90% de los casos. En casos seleccionados (tumores pequeños y bien localizados) puede realizarse una técnica conservadora que procura la conservación de la potencia en un 30-60% de los pacientes. La incontinencia es el segundo efecto más importante. Afecta al 5-15% de los pacientes. Puede ser tratada con la colocación de un esfínter artificial.
Secreción producida por el testículo y las glándulas que contienen espermatozoides, más los productos de secreción glandulares. En conjunto forman el líquido seminal. Ver esperma.
Síndrome que se caracteriza por la ausencia, deficiencia o hipoplasia de la musculatura abdominal, acompañada por presentar una vejiga grande, hipotónica y un uréter dilatado y tortuoso, con criptorquidia bilateral. Su frecuencia es de 1 por cada 35.000-50.000 nacidos vivos y su causa es desconocida. En el 50% de los casos se acompaña de algún grado de displasia renal y no es infrecuente la hidronefrosis. El uréter presenta una disminución global del número de fibras musculares. El reflujo vesicouretral afecta al 85% de los pacientes. La musculatura vesical está disminuida y sustituida por tejido conectivo. La compliancia vesical es normal pero la capacidad de contracción vesical está significativamente disminuida, de manera que solo el 50% de los pacientes vacía espontáneamente, aunque con evidente residuo posmiccional. La uretra prostática está dilatada como consecuencia de una hipoplasia prostática. Aunque la uretra y el pene son normales, en la mayor parte de los pacientes, a veces el síndrome se asocia a megalouretra, tanto en su variedad escafoidea como en su variedad fusiforme. En relación con la criptorquidia bilateral es un hecho permanente y, en la mayor parte de los casos, ambos tests son intrabdominales. La razón es desconocida, aunque se sugiere una anormalidad intrínseca testicular que explica la ausencia de espermatogonias en los testes de la mayor parte de los pacientes. Aunque la erección y el orgasmo son aparentemente normales, no se ha descrito ningún caso de paternidad. La potencial fertilidad está comprometida no solo por las anormalidades testiculares, sino también por las alteraciones de epidídimo, vesículas seminales, ausencia de epitelio prostático y cuello vesical abierto. En relación con el defecto de la pared abdominal, característicamente los músculos abdominales faltan en la parte inferior y media de la pared abdominal, aunque los músculos rectosuperior y oblicuo interno suelen estar desarrollados. La deficiencia oscila entre una pequeña hipoplasia y una completa ausencia de músculos. El pobre soporte de la pared del tórax inferior dificulta un efectivo mecanismo de tos y contribuye que proliferen las infecciones respiratorias. Las complicaciones pulmonares más frecuentes incluyen la tendencia a atelectasia lobar y neumonía. En cuanto a la presentación clínica, cabe decir que la considerable variabilidad, en la severidad de las alteraciones, hace que el síndrome se clasifique en tres categorías: categoría I, incluye neonatos con displasia renal severa o pulmonar, la supervivencia de estos pacientes es limitada; categoría II, estos pacientes sobreviven habitualmente el periodo neonatal, deben ser tratados en centros médicos bien dotados; categoría III, incluye pacientes con alteraciones incompletas o no muy marcadas del síndrome.
Sistema constituido por los órganos que intervienen en la reproducción. El masculino está formado por los testículos y el conducto excretor que forma, primero, el epidídimo, después el conducto deferente, que llega hasta la próstata y la vesícula seminal. En la próstata recibe el nombre de conducto eyaculador y desemboca en la uretra prostática. A partir de este punto la vía espermática es la misma que la urinaria: uretra membranosa, esponjosa y balánica. A estos elementos hay que sumar el pene (órgano de copulación) y las glándulas (prostáticas y de Cooper) que contribuyen a la formación del líquido seminal.
Descrito por Donné en 1836, en la descarga purulenta de los órganos genitales femeninos. Aparentemente, se alimenta en la mucosa de la vagina, donde hay leucocitos y bacterias, aunque también se ha observado en la descarga uretral masculina. El pH más adecuado para su desarrollo es ácido o ligeramente alcalino. El síntoma más frecuente de la tricomoniasis vaginal es el flujo vaginal, a menudo asociado con escozor, picor o irritación. En el hombre la infección es, con frecuencia, asintomática, pero puede aparecer una afectación sintomática de la próstata, vesícula seminal y uretra.
Ligadura de los conductos deferentes con el objeto de asegurar un eyaculado seminal sin espermatozoides. Se indica en los varones que desean evitar la natalidad. En ocasiones se utiliza en pacientes ancianos sometidos a prostatectomía simple, con el objeto de evitar las infecciones epididimarias por vía canalicular. Carece de efectos secundarios significativos.
Pequeño saco, varicoso, situado, como un divertículo, en cada uno de los conductos deferentes, en su porción terminal. Se encuentra adosada a la base de la vejiga urinaria. El conducto de la vesícula seminal y el deferente forman el conducto eyaculador, que desemboca en la uretra prostática. Se le llama también glándula seminal.
Inflamación de la vesícula seminal, de etiología infecciosa, de incidencia muy baja y secundaria a una infección prostática. El tratamiento antibiótico resuelve el cuadro.
Técnica radiográfica que consiste en la opacificación de una cavidad, comunicada al exterior por un conducto, para la obtención de imágenes con fines diagnósticos. Puede estar relacionada con las vesículas seminales o con la vesícula biliar. Ver colecistografía.
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fecha actual: 26/04/2024 3:29:23 - actualizado: April 27, 2018