El Congreso Constitucional del Estado de Michoacán decretó que a la "mayor brevedad posible" se estableciera en Morelia, en "honor de su digno hijo, benemérito de la patria, ciudadano José María Morelos, una cátedra de medicina dotada... con quinientos pesos anuales", abonándosele al catedrático doscientos cincuenta pesos para instrumentos, utensilios y demás gastos del establecimiento; entre los pretendientes se nombró al más apto, cuya calificación se hizo oyendo al Protomedicato, y se prefirió en igualdad de conocimientos a los ciudadanos del Estado. Al año siguiente se abrió la cátedra, que fue ocupada por el doctor Juan Manuel González Ureña, quien al darse cuenta de la carencia de textos sobre el "estado actual de la ciencia", se puso a escribirlos él mismo.